Hace poco asistí a una charla ofrecida en el Jardín Infantil de
mi hija, realmente cuando me citaron no sabía de que se trataba la reunión.
Fue una grata
sorpresa encontrar que habían llevado un experto en temas de familia y crianza
de los hijos. Inicialmente pensé que sería una charla sobre cómo controlar sus
rabietas o una serie de tips que me permitieran
convertir a Lucía en una niña superdotada. En cambio encontré un enfoque que
simplemente se basa en el sentido común, educar en los principios.
Suena muy convencional
y lógico esto de formar en principios y esto es porque no nos detenemos a
reflexionar sobre lo que esto significa pues es nuestro paisaje conceptual hay
palabras como valores, principios, normas y otras que constituyen un confuso
panorama general que suena muy bien pero que no entendemos.
Pero si se
entiende la naturaleza de lo que es un principio se puede encontrar un gran
enfoque para la crianza de los hijos.
Normalmente
entendemos los principios simplemente desde su concepción ética, como un
conjunto de reglas que se aceptan universalmente; y está bien educar a nuestros
hijos de esta manera pero si entendemos mejor el concepto de principio y lo
enseñamos desde su naturaleza, estaremos potenciando el pensamiento crítico de
nuestros hijos.
El principio no
solamente es la regla, es también todo lo que le implica como causa y efecto,
los principios son correlaciones entre hechos y resultados con consecuencias y
en la mayoría de los casos no nos detenemos a mostrar a nuestros hijos estas
relaciones; hemos creado un mundo de reglas que se acatan y no un mundo donde
se entiende la relación entre los actos y los efectos que estos actos tienen en
nuestro entorno.
De tal manera que
formar en principios no se trata de establecer y enseñar un listado de reglas a
obedecer, se trata de formar en ellos su propia capacidad para sopesar sus
actos, para entender que la vida está regida por principios y finalmente si
logran hacer esto los valores llegarán a ellos de manera natural.
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