Para empezar a abordar las formas sobre como alentar el desarrollo de la empatía debemos entender sus etapas.
Inicialmente, en las edades más tempranas, entre el nacimiento y aproximádamente los 6 años los niños tienen, por naturaleza, una empatía emocional desarrollada. Inicialmente, durante el primer años es mucho más marcada por no poder diferencial el exterior de su interior mismo, haciendo que confunda los sentimientos de otros con los propios, es por esta razón que cuando un bebé escuchar llorar a otro también se pondrá a llorar. Al ir creciendo el niño va aprendiendo que los sentimientos de otros no son los propios, aunque inicialmente se verá confundido sobre su proceder ante las tristezas o aflicciones ajenas, irá madurando en la interpretación y accionar sobre los sentimientos de los demás.
A partir de los 6 años el niño entra en una etapa de empatía cognoscitiva, que es una capacidad consciente de asumir la posición de otros, ver las cosas desde su perspectiva y poder tener una reacción consecuente con ese sentir ajeno. Constituye un afinamiento de las habilidades que le permitirán percibir los sentimientos de los demás mas allá de las señales emocionales evidentes como el llanto o los lamentos y le permitirá abordar procesos de decisión sobre el actuar más apropiado frente a determinada situación, ya sea consolar, ayudar o alejarse del portador del sentimiento.
La tercera etapa se da en edades más avanzadas, hacia la preadolescencia, y es una etapa de empatía abstracta y trata sobre poder expandir esos sentimientos empáticos mas allá de las personas cercanas o con las que se tiene contacto, incluso extendiendo los enlaces empáticos a desconocidos o grupos de personas en situaciones en situaciones desfavorables.
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