martes, 23 de septiembre de 2014

Buscando Colegio? De pronto el “malo” es mejor

Esta no es una guía para buscar colegio basada en rankings, estadísticas o mallas curriculares; es una reflexión personal basada en mis sentir propio y preocupacion como padre de una hermosa niña que dentro de poco pasará a, según el argot de los chiquitines, “colegio grande”.

Empiezo estas líneas con la siguiente afirmación:

Debo buscar un colegio donde no pretendan que encaje por fuera, en los estándares sociales, sino que le enseñe a encajar por dentro, en su ser, en su sentir ... en sus sueños.

Esta reflexión me surge desde el sonado caso de Sergio Urrego, el adolecente que se vio envuelto en una difícil situación  en su colegio que lo llevó a su triste suicidio.

La discusión se ha centrado en el manual de convivencia de la institución que dio cabida a una situación lamentable en la que un estudiante se definía por fuera de los estándares de conducta demandados por el colegio.

El imaginario colectivo ha modelado o idealizado una forma “correcta” de actuar y encajar en la sociedad de tal manera que no se perturbe el ordenamiento moral y ha definido unos estándares deseables del éxito académico basado en mediciones y evaluaciones cuantitativas, además de listar un serie de condiciones, habilidades y desarrollos deseables para el desempeño óptimo en sociedad

Muchos colegios han tomado estos elemento de ese panorama social como estandartes de la formación, aún a costas de la transgresión de la individualidad de sus estudiantes y venden como deseables el adiestramiento de las conductas morales en contraposición del desarrollo del pensamiento crítico que permita generar buenos ciudadanos por voluntad propia más que ciudadanos obedientes.

Recuerdo dos colegios en los que estuve durante mi niñez y juventud. Uno de ellos proyectaba mas solemnidad y solidez en cuanto a la formación que ofrecía, su promesa era la formación en valores de buenos ciudadanos, valientes y nobles que contaba con una gran cantidad de frases y elementos heráldicos que simbolizaban ese temple deseable del espíritu de aquel que es capaz de sobreponer sus deseos y su individualidad por las virtudes de un ciudadano correcto; discurso que sonaba muy sensato  para cualquier Padre. El otro colegio se enfocaba muchísimo en la formación del ser, carecía totalmente de esta solemnidad, el escudo escasamente eran las iniciales del nombre del colegio que se ponian en el uniforme en una plantilla que usaban varios colegios y a los ojos de la gente era un colegio poco serio.

Pues mis recuerdos gratos son de ese segundo colegio, “el hippie” (no era hippie realmente, solamente tenían la mente mas abierta), recuerdo a sus profesores y sus directivas con un auténtico interés por mi formación como persona. Aunque el  otro colegio, “el serio”, era el que se endilgaba esta labor, solo sentía su intención homogenizadora en la formación de conductas deseables a través del reproche sobre las manifestaciones de mi propia voluntad, me sometieron a una lucha entre lo que yo quería ser y lo que a ellos les parecía que yo debía ser.

Y esto lo puedo resumir en que el primer plantel era “colegiocentrista” (término que acabo de acuñar), lo importante eran sus valores, sus símbolos y su tradición, y que sus estudiantes de convirtieran en emisarios de esta imagen; mientras el segundo se centró en mi, a expensas de parecer un colegio laxo y poco exigente.

De tal manera que al buscar el colegio idóneo para mi hija:

  • Desconfiaré profundamente de aquel colegio que de entrada solo me hable de sus virtudes, sus credenciales, su tradición y el gran colegio que es y procuraré encontrar uno que me hable de mi niña, sus sueños y su individualidad.
  • Desconfiaré del colegio que, como padre, me trate en un ambiente educativo-corporativo donde todo es formal, serio y basado en estadísticas, y procuraré encontrar uno en el que me traten con calidez y humanidad. Si lo hacen conmigo lo harán con mi hija.
  • Desconfiaré del colegio que vea la conducta de sus estudiantes como un problema, y procurare uno donde alienten las expresiones de individualidad y espíritu cambiante propio de la creatividad humana.

Busca un colegio que les enseñe a encajar dentro de si mismos, a alinear sus sueños y deseos con sus esfuerzos, que ponga su proyecto de vida en contexto y que use como medida del éxito la felicidad y el bienestar de sus estudiantes.

Deja tu comentario y cuéntanos tu experiencia con el colegio de tus hijos, es buena? es mala? 

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