lunes, 8 de septiembre de 2014

El error de no dejar errar

Normalmente asociamos el error como algo que debe ser evitado y constantemente estamos castigando en el error en nuestros hijos porque resulta ser para nosotros el maL resultado de un proceso que debió resultar bien, pasando por alto el valor formativo que reside en el.

Por ejemplo es muy común que no queramos que nuestros hijos pequeños se ensucien mientras comen y muchas veces preferimos darles la comida para evitar este “error” o les señalamos con reproche si se han salido de la línea cuando se encuentran coloreando figuras de un libro.


Con estas acciones estamos generando temor a la experimentación  y reforzando las tendencias del cerebro a asumir zonas de confort al desalentar la capacidad de asumir los errores como parte de un proceso de aprendizaje. Incluso se puede llegar a afectar de manera significativa la confianza y la independencia del niño si los padres no asumimos los errores de nuestros hijos como algo normal e incluso positivo en su crecimiento personal.

El asociar los errores con el fracaso o conductas reprochables, además, en un futuro agregara un carga de estrés innecesaria en el niño en su desarrollo escolar, estará más enfocado en no fracasar y no defraudar que realmente en aprender, generando desequilibrios emocionales que resultarán en un aprendizaje poco eficiente y una vida desdichada por el acaparamiento que hace  la necesidad de no fracasar y defraudar a otros sobre los verdaderos objetivos que se pueda formar un niño para formarse un proyecto de visa propio desde sus deseos e intereses.

Mas allá de los conflictos emocionales que se puedan generar de castigar el error, es importante recalcar su destacado rol dentro del aprendizaje. Enseñar y hacer consiente para el niño del valor del error es entregarle una herramienta que incrementará su confianza exponencialmente, solamente verá el error como un paso eventual para conseguir el éxito.

Además el error se ha constituido como un detonante del aprendizaje significativo, es decir un aprendizaje que se integra directamente en los intereses del niños, ya que el error produce algo conocido como conflicto cognitivo, este se constituye como un desequilibrio en las estructuras cognitivas previas del niño al darse cuenta que ha errado y esto permitirá que estas se flexibilicen para asimilar y acomodar nuevos conceptos y aprendizajes.

De esta manera si se castiga o se reprocha el error estaremos educando inconscientemente a nuestros hijos para que vuelvan cada vez mas rígidas sus estructuras cognitivas y no puedan integrar nuevo conocimiento, así como afectando su capacidad para asumir retos grandes que integren dentro de sí el riesgo de errar y estaremos desviando sus objetivos en su formación al imponerles la necesidad de satisfacer a los demás evitando errar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario