miércoles, 10 de septiembre de 2014

Curar el alma para educar los hijos - Serie: La inteligencia emocional de mis hijos (Parte cinco)


Para abordar más directamente el desarrollo de la inteligencia emocional y lo que debemos hacer directamente en casa de manera práctica para cultivarla en nuestros hijos, es necesario que primero revisemos nuestras acciones como padres para poder ser asertivos y conscientes de lo que estamos realizando.


En primera instancia es necesario observar la visión que tenemos sobre el tipo de padre o madre que podemos ser, solemos pensar que nuestra forma de actuar con nuestros hijos se puede mover en un espectro entre dos puntos extremos, o se es permisivo o autoritario.

Pero la realidad es que existe otro tipo de padre o madre ideal y es el padre que desarrolla autoridad, este es un tipo de padre que es capaz de construir límites desde el entendimiento, que sustituyen las ordenes por guía y orientación y enseñan sobre el pensamiento crítico en los procesos de decisión a través del ejemplo al ellos mismo explicar su accionar.

Esta primera reflexión que se hace sobre el tipo de padre o madre que somos nos permitirá acceder o disponernos de manera consciente para asumir una posición activa en nuestro autoconocimiento como padres. Recordemos que el autoconocimiento es el primer escalón para cultivar en nosotros mismo la inteligencia emocional y así poder construirla en nuestros hijos. Además podremos, gracias a nuestro equilibrio emocional y empatía, desarrollar una atención activa sobre la vida emocional de los pequeños que permita construir pilares sobre los cuales desarrollar las cualidades emocionales saludables para la felicidad y el éxito.

El autoconocimiento de nosotros como padres no debe detenerse simplemente en identificar el tipo de padres que somos, también debemos hacernos un análisis profundo sobre nuestros deseos y motivaciones, y las distintas formas como reaccionamos ante estos en nuestra vida. También debemos revisar y hacer consientes nuestras convicciones y valores familiares, vale la pena preguntarnos sobre aquello que creemos correcto o incorrecto, que hace a una persona buena o mala y qué tipo de personas queremos que sean nuestro hijos.

Este proceso debe llevarse aún más allá y reflexionar sobre las experiencias del pasado y nuestra propia crianza, identificar aspectos buenos y malos, cuáles de esos recuerdos nos alegran, cuales nos ponen melancólicos y cuantos nos entristecen, hacerlos consientes y pensar en cómo esas experiencias han marcado nuestra vida y como nos han definido como personas. Si hacemos esto de manera sincera y profunda, y gracias a los correctivos conscientes que hagamos de nuestras psique y una autorreparación emocional, que como personas adultas estamos en capacidad de hacer, podemos llegar a afectar nuestra vida de manera significativamente positiva y por ende podremos hacer un excelente acompañamiento emocional de nuestros hijos

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Si desea consultar los otros artículos de esta serie puede ir a la sección de educación emocional y afectiva

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