Las emociones pueden ser detonadas de manera espontanea si no las tramitamos con la razón; de esto se encarga la corteza cerebral, específicamente el cortex frontal, que es el que nos permite sopesar las situaciones y tomar decisiones. Permitirá agregar información valiosa del contexto para poder cambiar nuestro curso de acción para no responder exclusivamente con nuestra memoria emocional alojada en la amígdala del sistema límbico a los estímulos, ya que la función de esta memoria es evocar situaciones estresantes o de peligro para responder con impulsos que nos mantengan vivos. Pero el mundo ha cambiado.
En algunas ocasiones estos impulsos son buenos, pero, el planeta ya no es un lugar tan peligroso como el mundo primitivo y en muchos casos resultan ser desproporcionados e inadecuados y, más a largo plazo, el no conocer y gestionar adecuadamente nuestras emociones resentirá de manera significativa la manera como nos desenvolvemos en sociedad y no podremos establecer y mantener relaciones positivas para nuestro crecimiento personal, espiritual y profesional.
Pero se estará preguntando, y como me ocupo de mis emociones? No son las emociones una de esas cosas incontrolables propias de la naturaleza humana?
Pues bien, el cortex frontal cuenta con un tipo de neuronas que reciben el nombre de neuronas inhibitorias y estas son las encargadas de frenar un impulso generado por una emoción si nos hemos educado para pensar antes de actuar.
De tal manera que la inteligencia emocional no se trata de reprimir las emociones, son parte de nuestra condición humana y son en extremo valiosas dentro de nuestra existencia. La inteligencia emocional se trata de identificarlas y conocerlas para tomar decisiones que nos permitan lidiar con ellas y procurar llevar nuestras mentes a las emociones placenteras y positivas que en últimas serán las que nos permitirán sacar todo nuestro potencial intelectual e interpersonal para tener una vida plena y feliz.
Este tránsito entre el conocer e identificar nuestras emociones, hasta llegar al desarrollo de nuestras habilidades sociales pasan por una serie de etapas, que es la ruta que se debe seguir para el desarrollo de la Inteligencia Emocional estas son la autoconciencia, el manejo de las emociones, la motivación, la empatía y finalmente las habilidades sociales.
Este es el camino interior que se debe recorrer para una formación en la Inteligencia Emocional en nuestros hijos, existen múltiples ejercicios y aproximaciones para poder desarrollar cada una de estas etapas y de esta manera llevarles a ser personal plenas y felices.
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